[Spanish translation] La metafísica de la violencia azteca
Cómo la estructura del pensamiento y la religión azteca sustentaron el sacrificio humano y la guerra.
This is the first of my essays to be translated into Spanish and others will follow. The translation work has been done by my friend @mateogdea (Instagram).
“¿Acaso de veras se vive con la raíz en la tierra? Nada es para siempre en la tierra; solo un poco aquí. Aunque sea de jade se quiebra, aunque sea de oro se rompe, aunque sea plumaje de quetzal se desgarra. Nada para siempre en la tierra; solo un poco aquí.”
-Rey Netzahualcóyotl (1402-1472)
La pregunta de porqué los aztecas y otras culturas mesoamericanas eran tan ritualmente violentas ha por mucho tiempo perseguido y molestado a los observadores y académicos occidentales. Los revisionistas y relativistas niegan que lo hayan sido, mientras que otros lo atribuyen a su salvajismo pagano. Los primeros relatos de sacrificios humanos y bastidores de calaveras (los infames tzompantli), resistidos vigorosamente durante mucho tiempo, parecen ser confirmados por continuos hallazgos arqueológicos. Algunos culpan al Demonio, a la inherente inestabilidad de la ecología centroamericana, patrones y modos de gobierno, o la idea de que los mesoamericanos estaban culturalmente atrasados respecto a Occidente, que también tuvo tradiciones más antiguas de ofrendas de sangre y ritos religiosos brutales. Lo que quiero hacer aquí es meterme de lleno en el pensamiento, filosofía y metafísica azteca, para ver cuáles eran los principios fundacionales detrás de esas manifestaciones de sacrificio y exceso. El Weltanschauung náhuatl no era crueldad sin sentido ni reflexión, si no un sofisticado cuerpo de ideas y axiomas, desarrollado por siglos de debate y discordia. De este modo, podemos aproximarnos a la “mentalidad azteca” en sus propios términos, e intentar entender la lógica metafísica detrás de su civilización.
“Las gentes de Aztlán.”
Una discusión larga y bastante tediosa se desató en la academia durante décadas sobre el tema de la "filosofía azteca", si existía un cuerpo de pensamiento y si ese pueblo era incluso capaz de un pensamiento intelectual superior. En 1956 Miguel León-Portilla publicó “La Filosofía Náhuatl”, argumentando que la filosofía azteca estaba en igualdad de condiciones con cualquier sistema filosófico occidental, que dedicaron enorme energía a las cuestiones de la verdad, la racionalidad, el orden cósmico y sus orígenes, la sociedad, el individuo y qué procesos eternos gobernaban el mundo natural. Respuestas furibundas tales como “La Imagen Azteca en el Pensamiento Occidental” por Benjamin Keen denunciaron esas comparaciones y descartaron el pensamiento náhuatl como “las reflexiones de un pueblo de la alta Edad de Piedra.” Personalmente, no me importan estos ida y vuelta académicos y estoy feliz de tomar las ideas aztecas como vengan, sin preocuparme mucho por la precisa definición de “filosofía real".
Los aztecas, “las gentes de Aztlán”, formaron un imperio multiétnico a veces difícil de demarcar. Los pueblos hablantes de náhuatl - los mexicas, texcocanos, cholultecas, chalcas y tlaxcaltecas son a veces llamados “nahuas” a pesar de que no eran todos parte del Imperio Azteca propiamente dicho. Por lo tanto, lo que vagamente puede llamarse pensamiento azteca es más ampliamente compartido entre los herederos nahuas de la civilización tolteca, pero el término “azteca” será suficiente. Tenemos una abundancia de términos náhuatl para el pensamiento filosófico, incluyendo tlamatinime - “conocedores de cosas” o “sabios” y neltiliztli - la verdad, que sale del nelhuayotl - la “base” o “cimiento”. Con el tiempo, los aztecas produjeron varias escuelas que servían tanto a los plebeyos como a la nobleza, el Tēlpochcalli y el Calmecac, junto con un sistema matemático vigesimal, manuscritos pictográficos, códigos legales y dos calendarios, expresando su propia comprensión de la cronología. En su arte, poesía, canciones, mitología y metafísica mostraban una profunda preocupación por la naturaleza de las cosas, en especial el cambio, la moción, la generación y regeneración, la transformación y los ciclos cósmicos. Esta ansiedad sobre el cambio informa todo sobre su superestructura civilizatoria.
Que sepamos tanto como sabemos del pensamiento azteca es por el trabajo diligente e incansable de muchos misioneros y académicos, tales como Toribio de Benavente Motolinia, Andrés de Olmos, Bernardino de Sahagún, Juan de Torquemada, Fernando de Alva Ixtlilxóchitl, Angel María Garibay K. y muchos otros. El libro de Garibay “Historia de la Literatura Náhuatl” sigue siendo un clásico en el campo.
Monismo ontológico y el pulso de la vida - Teotl y Olin
En la raíz del pensamiento azteca hay una afirmación metafísica sobre la naturaleza del Universo. En su magnífico libro de 2013 “Filosofía Azteca: Entendiendo un Mundo en Movimiento”, James Maffie establece esta visión de una única, básica, unificante energía que subyace a todo en el mundo azteca - teotl:
“En el corazón de la metafísica azteca está la tésis ontológica de que solo existe una cosa: una fuerza, poder o energía sagrada continuamente dinámica, vivificante, autogenerativa y autoregenerativa. Los aztecas se referían a esta energía como teotl. El teotl es idéntico a la realidad en sí y por ende idéntico a todo lo que existe. Además, el teotl es la materia básica de la realidad. Todo aquello que es real, en otras palabras, es idéntico al teotl y consiste en teotl. La metafísica azteca, entonces, mantiene que numéricamente solo existe una cosa - la energía - y también solo existe una clase de cosa - la energía. La realidad consiste de solo una cosa, teotl, y esa única cosa es metafísicamente homogénea. La realidad consiste de un solo tipo de cosa: poder o fuerza[…] Además, los aztecas veían al teotl como sagrado. Aunque está en todas partes y en todo, el teotl se presenta de manera más dramática - y, en consecuencia, los humanos lo perciben de manera más vibrante - en la potencia vivificante del agua, la actividad sexual, el calor, la luz del sol, el jade, el cantar de las aves y el iridiscente plumaje verde-azulado del quetzal. Como la única fuerza vital del cosmos que lo abarca todo, el teotl vivifica el cosmos y todos sus contenidos. Todo lo que sucede lo hace a través de la energía perpetuamente en movimiento del teotl.”
Esta sorprendente descripción nos ayuda aquí al resaltar la importancia de varios aspectos clave de la mentalidad azteca. No hay dualismo entre un espacio sagrado trascendental y una tierra profana, no hay una jerarquía de substancias ni oposiciones binarias entre cosas y procesos. El teotl no tiene objetivos ni origen, no hay orden del caos, solo un poder eterno, dinámico y creativo. Decir que esto es animista es obvio, pero también refleja el concepto chino del qi, como explica Maffie más tarde en el capítulo. El teotl es el cimiento para todas las creencias metafísicas y religiosas más elevadas. Los binarios aparentes entre dioses y humanos o entre apariencia y realidad pueden colapsarse dentro de este holismo. Los pares antagónicos como macho-hembra, calor-frío, noche-día, son más parecidos al concepto del ying-yang, donde existen como pares complementarios que crean una unidad, en lugar de divisiones estáticas. También es notable la ausencia de una dimensión moral del teotl - es amoral, no le importa lo que está bien o mal, correcto o incorrecto.
Ya que el teotl es un proceso, como todo pensamiento azteca, opera por medio del cambio y el movimiento. De hecho, el cambio es movimiento, como el movimiento del sol, o el transcurso de la vida que un ser humano toma desde el nacimiento hasta la muerte. Hay tres tipos de movimiento o cambio que experimenta el teotl: olin, malinalli y nepantla, y discutiremos cada uno de ellos a medida que avancemos. Olin es un concepto importante, relacionado etimológicamente (aunque esto es disputado) con la resina, las bolas de caucho y la sangre. La sangre y la resina están conectadas, ya que la resina es similar a la sangre pero de un árbol, y el movimiento particular que describe el olin es el de una pelota rebotando, algo que se muere en pares - arriba-abajo, adelante-atrás, aquí-allá, hacia-desde. Siguiendo a los académicos Eva Hunt y Lopez Austin, Maffie nos da esta descripción del olin:
“Los análisis anteriores sugieren que el cambio de movimiento del olin tiene una forma específica: se mueve hacia arriba y hacia abajo y de un lado a otro; sigue un camino arqueado, redondeado o curvo; talla un volumen; gira alrededor de un eje central; y se ha centrado. Incluye el más simple movimiento ascendiente y descendiente de un terremoto y el más complejo movimiento pulsante de un corazón latiente o el movimiento curvo de revolver un líquido. Los procesos de devenir y transformación definidos por el olin son curvilíneos y redondeados como una pelota, una mazorca cortada en cruz y un cuerpo regordete. Los procesos de transformación definidos por el olin unifican socios inámicos como vida~muerte, día~noche y macho~hembra al curvarlos, redondearlos, oscilarlos y centrarlos dentro de un solo proceso. De hecho, esta forma parecería ser un elemento esencial de lo que significa describir estos procesos como cíclicos. El cambio de movimiento del olin también es vitalizante. Es la forma de la energía sustentadora de vida del maíz y la forma de la energía vitalizadora de un feto que se agita y cobra vida. En resúmen, el olin define la forma de cobrar vida, de compleción cíclica, de energía vital en general. De hecho, define la forma de la vida o de vivir en sí. La energía vital del olin sube y baja, se balancea hacia delante y hacia atrás, pulsa.”
Olin se adjunta al título Nahui Ollin, que se refiere al Quinto Sol, la época en la que los aztecas creían vivir. Este período de tiempo fue un delicado equilibrio, destinado a llegar a un final catastrófico, como los cuatro soles anteriores. El Quinto Sol fue llamado el Sol del Movimiento, Ollintonatiuh. Se debe hacer una ofrenda de sangre continua a los dioses Huitzilopochtli, Tezcatlipoca y Quetzalcóatl para alejar este apocalipsis. Pero nos adelantamos.
Olin está asociado a una gran cantidad de palabras que llevan ol, todos relacionados con la energía de movimiento animadora del teotl. De estos, el término teyolia tiene un gran significado. Se traduce como “alma”, “espíritu”, “fuerza animadora” o “fuerza vital”. El cuerpo resuena con teyolia y se puede sentir en el movimiento similar al olin de los pulmones, el pulso y, lo que es más importante, el corazón, donde reside la mayor concentración de teyolia. Quitar el corazón de una persona transforma o muta el movimiento teotl-olin del latido a la energía ascendente a medida que se dirige hacia el sol. Lo que parece ser la muerte es de hecho la transformación de poder del cuerpo al cielo cuando el corazón late por última vez, incluso cuando está separado de su dueño. El olin del corazón alimenta al Quinto Sol. Otras palabras náhuatl vinculan el maíz, la sangre, el aliento, el fuego, la vida y el alimento con el olin y el movimiento-olin del teotl. Infunde y anima con la energía vital que asociamos con la vida y no con la materia inerte. Esta es también la razón por la cual las pelotas de caucho están incluidas en la red semántica del movimiento-olin, saltan y rebotan de una manera que parece animada y viva.
Pero no deberíamos pensar en el olin como una forma de movimiento suave y ordenada. El caos de la vida se entromete en esta metafísica y el movimiento-olin y cambio-olin poseen la capacidad de hacerse destructivos en cualquier instante. Procesos como los latidos del corazón, las contracciones del parto y los rebotes de una pelota pueden causar estragos y causar la muerte o daños. Maffie lo describe así:
“Aunque normalmente es ordenado, regular y predecible, el movimiento de las pelotas de goma con un patrón de olin es, en última instancia, casual, potencialmente desordenado e impredecible. El rebote regular de una pelota puede volverse caótico de manera rápida e inesperada al golpear una superficie irregular. La pelota toma “un mal rebote”, como decimos. De manera similar, en cualquier momento dado, un corazón humano que late con regularidad puede degenerar inesperadamente en una fibrilación caótica, al igual que las contracciones oscilantes regulares del parto pueden volverse irregulares y fatales.
Análogamente, y en cualquier momento, el ordenado movimiento cambiante del olin que sustenta la vida del Quinto Sol puede rápidamente tornarse desordenado y destructivo. Y en cualquier momento puede surgir un movimiento desordenado que sacuda la tierra, destruyendo toda la Quinta Edad y con ella, la humanidad.”
Vale la pena resaltar aquí que el fin del Quinto Sol vendrá con violentos terremotos, una perfecta encapsulación del catastrófico movimiento-olin. Como Bernardino de Sahagún describió:
“El Quinto Sol, es llamado el Sol del Movimiento porque se mueve y sigue su camino. Y como siguen diciendo los ancianos, bajo este Sol, habrá terremotos y hambre, y entonces llegará nuestro fin.”
Un retorcido mundo de destrucción creativa: Malinalli y Nepantla
Vimos que el teotl tiene tres formas de movimiento, tres formas de cambio. Olin es uno de ellos, y ahora pasamos a los otros dos antes de ver cómo dan origen a las formas religiosas y teológicas del pensamiento azteca. Malinalli es una palabra relacionada con el acto de torcer, girar en espiral y perforar. Proviene del pasto malinalli, materia prima vital para la economía de los nahuas. De la hierba surgieron fibras, sogas, cordeles, esteras, escobas, pajas y techos, las sogas y cordeles se utilizaron para una enorme cantidad de objetos básicos como portabebés, cestos y redes. Más conceptualmente malinalli es el acto de ordenar desde el desorden. La hierba es salvaje y caótica, al igual que las enredaderas y los zarcillos, pero se les puede dar orden y forma retorciéndolos y enrollándolos en una forma útil. Este proceso conceptual está ligado al cabello, la creación del fuego, animales como serpientes y arañas, el cordón umbilical de un niño, el acto sexual, el tejido y el sacrificio de una persona.
“Lo anterior también sugiere que torcer y hilar son patrones transformadores de cambio de movimiento. Transforman un tipo de cosa (hierba silvestre o algodón) en otro tipo de cosa (hilo o cuerda); algo en una condición (desordenada, salvaje y periférica) en algo en otra condición (bien ordenado y centrado); y un estado de ser en otro. De hecho, a la luz de la centralidad de torcer e hilar en el tejido, y el papel del tejido como metáfora organizadora en la metafísica azteca, sostengo que torcer-hilar juega un papel central en la concepción de la metafísica azteca de cómo se ordena la realidad, cómo se procesa, y cómo se transforma.”
Un término importante para añadir aquí - teyolia es tonalli. Tonalli es un concepto altamente animista, es la fuerza vitalizante y animante asociada con el calor del sol. La energía solar baña la tierra y todo lo que hay en ella, llenando a los seres de poder, vitalidad y vigor. Para una persona, el tonalli está fuertemente asociado con la cabeza y el cabello. Según David Carrasco en “Religiones de Mesoamérica”:
“El término tonalli tiene una rica gama de significados que se refieren a su vigor, calor, luz solar, verano y alma. Se infiltró en animales, dioses, plantas, humanos y objetos utilizados en los rituales. El cabello que cubría la cabeza, especialmente el área de la fontanela, era un importante receptáculo de tonalli. El cabello impedía que el tonalli abandonara el cuerpo y, por lo tanto, era un premio importante en la guerra. Se creía que la fortaleza y el valor de un guerrero residía, en parte, en el cabello, y tenemos muchas escenas pictóricas que muestran a guerreros aztecas agarrando el cabello de los enemigos. Los captores conservaban el cabello de los guerreros capturados en la batalla para aumentar su tonalli. La cabeza decapitada de los guerreros enemigos era un premio supremo para la ciudad, que ganó más tonalli a través del uso ceremonial de las cabezas.”
Por lo tanto, el cabello humano vincula tanto el cambio de movimiento teotl del malinalli como el poder animador del tonalli. El cabello era mucho más que un adorno, el cabello desordenado y enredado se representa en borrachos, personas que han perdido su poder interno y han sucumbido al caos. Mantener el propio cabello en buenas condiciones y prolijamente trenzado y arreglado aseguraba que se conservaran las energías vitales del tonalli y, a la inversa, agarrar a un guerrero enemigo por el cabello era robar y liberar tonalli extra, que podía transferirse del cautivo al captor.
El cambio de movimiento de Malinalli también estaba relacionado con el soplo, la respiración, los vientos y la actividad femenina de barrer, una tarea de profunda importancia para la mente azteca. La limpieza del hogar, de la calle, de la plaza, se realizaba diariamente mediante el barrido. El Códice Florentino dice:
“Quetzalcóatl es “in ehecatl” (“el viento”), maestro de los vientos e “in tlachpancauh in tlaloque” (“barrendero de los dioses de la lluvia”), que barre la superficie de la tierra (especialmente los campos y caminos agrícolas) al soplar o respirar sobre ellos.”
La respiración es una actividad ligada al canto, a la música, al fuelle para forjar metales, al aliento de un recién nacido ya echar fuego a la leña. La vida es regenerativa debido a estos movimientos del malinalli, el caos del mundo natural se ordena a través de la generación. Para hacer fuego se usaba un taladro de mano o de bomba, una vez más una acción que requiere torcer y taladrar, el agente masculino activo trabajando en el receptáculo femenino pasivo, pero juntos creando calor y fuego. En la Ceremonia Azteca del Nuevo Fuego, a la víctima del sacrificio se le extraía el corazón y el sacerdote usaba un taladro y tabla especiales para crear brasas dentro de la cavidad torácica de la persona, transfiriendo la energía del cautivo hacia arriba en un movimiento vertical en espiral.
En contraste con el movimiento vibratorio del olin y los círculos giratorios del malinalli, el cambio de movimiento final del teotl es el término medio de nepantla. Nepantla describe la condición de 'entre', 'medio' o el fluir de una cosa a otra. Académicos como Wayne Elzey y Frances Karttunen lo definen como el centro, entre medio o en medio de algo. 'tlah' es un sufijo para términos que invocan abundancia y desbordamiento, mientras que el verbo 'nepanoa' significa 'para que las cosas se crucen, se unan, se junten'. Las actividades relacionadas con estas palabras y conceptos incluyen la reproducción sexual, el matrimonio, la cocina, la unión de ríos menores y el tejido. Los fundamentos semánticos describen la creación destructiva, algo nuevo que surge de la combinación de elementos, una fusión de ingredientes, fluidos, objetos, personas que produce algo nuevo y ordenado.
“Los procesos de nepantla, como tejer y el coito sexual, sirven como paradigmas de raíz u organización en la metafísica azteca. El cosmos es un gran tejido en proceso. El nepantla es entonces ordinario - no extraordinario. Lo ordinario no es interrumpido por el nepantla; el nepantla es lo ordinario. La transformación y la transición son la norma - no el ser y la estasis.”
Maffie finalmente ve el sexo, la guerra y el tejido como las tres actividades fundamentales que reflejan las preocupaciones más profundas de la metafísica azteca. El nepantla no indica paz, sino más bien el cambio de movimiento generativo y destructivo de la creación, como dos cosas que se unen para convertirse en algo nuevo. La guerra, el sexo y el tejido son las luchas básicas de la existencia, y ahora veremos cómo las tres formas de cambio de movimiento conducen a la violencia visible y ordenada del mundo azteca.
Entran los dioses
Hasta ahora, hemos examinado los principios metafísicos simples de la mentalidad azteca: teotl como la energía animista que permite que exista la vida y sus tres formas de expresión: olin como el movimiento pulsante, como el latido del corazón, malinalli como el movimiento creativo en espiral y nepantla como la transformación unificadora y generativa de los pares. A partir de estos conceptos podemos empezar a construir una estructura teológica encima, que parte de una mirada a los dioses.
En el libro de Burr Brundage “El Quinto Sol: Dioses Aztecas, Mundo Azteca” describe la relación entre los dioses aztecas y la unidad monista subyacente del mundo:
“El politeísmo flagrante que parece ser tan característico del México antiguo es simplemente una referencia simbólica a los fenómenos naturales. Los dos mil dioses eran solo tantas manifestaciones del Uno. En la figura de Tonacatecuhtli encontramos un sustituto del monoteísmo[...] Para expresar la idea de que las fuerzas cósmicas eran emanaciones del principio divino, los dioses de la naturaleza fueron llamados hijos de Tonacatecuhtli.”
Eva Hunt, en “La Transformación del Colibrí: Raíces Culturales de un Poema Zinacanteca”, nos da esta descripción adicional:
“Las culturas mesoamericanas no eran ni politeístas ni monoteístas... La realidad, la naturaleza y la experiencia no eran más que múltiples manifestaciones de una sola unidad de ser. Dios era tanto el uno como los muchos. Así, las deidades no eran más que sus múltiples personificaciones, sus despliegues parciales en la experiencia perceptible. La partición de esta experiencia en unidades discretas como el dios A o el dios B es un artificio de la iconografía y el análisis, no parte de la concepción central de la divinidad. Dado que la realidad divina era múltiple, fluida, abarcadora del todo, sus aspectos eran imágenes cambiantes, dinámicas, nunca congeladas, sino constantemente recreadas, redefinidas. Esta fluidez era un misterio culturalmente definido de la naturaleza de la divinidad misma. Por lo tanto, se expresó en los aspectos dinámicos y siempre cambiantes de las múltiples "deidades" que lo encarnaban. Sin embargo, con fines didácticos, artísticos y rituales, estas imágenes fluidas fueron talladas en piedra, pintadas en frescos, descritas en oración. Es aquí, en este nivel reducido de visualización, que las imágenes transitorias de un universo sacralizado se convirtieron en "dioses", con nombres adjuntos a ellos, con atributos antropomórficos, etc.”
La referencia de Brundage a Tonacatecuhtli es perspicaz, ya que Tonacatecuhtli era uno de un par de seres divinos, Tonacatecuhtli y Tōnacācihuātl, también conocidos colectivamente como Ōmeteōtl, sobre los cuales se construye el concepto de teotl. Los dioses surgen de una energía creativa infinita y son difíciles de dividir en distintas personalidades. Pero en el relato mitológico vemos muchas deidades importantes: Tlaloc, Xólotl, Quetzalcóatl, Xipe-Totec, etc. Se asociaron con lugares, actividades, sustancias, fuerzas cósmicas, eventos naturales y la estructura del universo, cada uno de ellos una manifestación de las propiedades subyacentes del teotl y el cambio de movimiento.
Estaría más allá del alcance incluso de un libro mostrar cómo cada dios compone y utiliza las tres formas de cambio de movimiento, por lo que veremos solo un ejemplo de cada uno antes de continuar.
La deidad más asociada con el olin es Xólotl. Como hemos visto, es imposible separar por completo a los dioses aztecas entre sí y Xólotl forma un par con Quetzalcóatl, además de tener diferentes reflejos propios. Xólotl es el cambio de ida y vuelta entre la vida y la muerte similar al olin, la fuerza generativa de renovación, renacimiento, embarazo, la transformación de la tierra podrida en las plantas. A menudo se lo representa como un perro y representa el juego de pelota, los gemelos, los seres deformes y repugnantes, los enanos, los nacimientos anormales y enfermedades que horrorizan y cicatrizan. Los perros son algo así como un psicopompo en el pensamiento azteca, acompañan a los muertos al inframundo. Maffie nota que las culturas mesoamericanas sentían terror hacia los gemelos y solían matar a uno tras nacer, así el gemelo de Xólotl es Quetzalcóatl, el “Precioso Gemelo” que vive sobre la superficie de la tierra. Xólotl y Queztlcoatl gobiernan Venus, la estrella matutina y vespertina. Una de las máscaras o aspectos de Xólotl es Nanahuatzin -Pequeño Cubierto de Pústulas- quien se inmola para convertirse en el Quinto Sol. Como el Viajero Nocturno, Xólotl ayuda al Sol a través del inframundo cada noche para que renazca después de una batalla con las fuerzas ctónicas femeninas de la oscuridad. Así, Xólotl refleja y representa el violento pero creativo movimiento del olin, que produce la vida después de la muerte.
A continuación, la fiesta de Tlacaxipehualiztli - Desollamiento de hombres - que los aztecas celebraban en honor a Xipe Totec, encapsula la energía de malinalli. El festival fue un evento de tres días que involucró el sacrificio ritual y el desollamiento de los cautivos de guerra, sus energías serían capturadas por los guerreros que las tomaban y distribuían hacia el exterior. El primer día involucró bailar y comer tortillas retorcidas llamadas cocolli. Los guerreros agarraban y retorcían el cabello de sus víctimas, cortaban el cabello y lo quemaban, antes de tirar y torcer los brazos y el cuello de sus cautivos en una postura dolorosa y antinatural. El segundo día se llevaba a cabo una ceremonia extremadamente elaborada. Algunas víctimas eran sacrificadas, sus corazones arrancados y ofrecidos al sol, y luego sus cuerpos eran arrojados por las escaleras del templo. Eran decapitados y sus cuerpos cocinados con maíz y servidos a las familias de los guerreros. Otro grupo de víctimas pasaba por Tlahuahuanaliztli - El Rayado - donde cinco guerreros, armados con garrotes de obsidiana, realizaban una danza en espiral alrededor del cautivo. La víctima estaba atada a un pedestal especial con un cordón ceremonial, análogo a un cordón umbilical, y estaba armada con pelotas de goma y un garrote de guerra con bordes de plumas o algodón. Mientras giraba tratando de defenderse, la cuerda se tensaba y los guerreros lo cortaban, haciendo que su sangre girara en direcciones cardinales. Cuando cayó, los sacerdotes le abrían el pecho y le arrancaban el corazón, descrito como un cazador que atrapa un conejo. Luego lo desollaban y los captores usaban su piel durante veinte días. El tercer día, las pieles se colocaban sobre pastos especiales antes de que equipos de guerreros con pieles realizaran batallas simuladas por toda la ciudad, distribuyendo la energía de los cautivos, mientras que las mujeres y las niñas realizaban una danza ceremonial, conocida como la "danza de la serpiente", a través de la noche. El cambio de movimiento retorcido del malinalli es tan evidente a lo largo de este festival que apenas necesita comentarios.
Finalmente, el nepantla se puede ver en un aspecto específico de la diosa Tlazolteotl-Ixcuina. A esta deidad le concierne una mezcla confusa de rasgos: vicio, purificación, lujuria, baños de vapor y algodón. Come inmundicia y alienta la degeneración sexual pero también perdona y limpia, reflejando la "unidad a través de la dualidad" que hemos visto muchas veces hasta ahora. Las imágenes de ella a menudo reflejan el nepantla mezclándose y combinándose para generar vida. Algunos la representan vistiendo una piel de sacrificio desollada, mientras simultáneamente concibe y da a luz a un niño. Ella ingiere suciedad y descomposición mientras teje la vida. Sus ofrendas combinaban oro físico y orina, como una especie de oro líquido. Por lo tanto, absorbe tanto lo sagrado como lo profano para transformar y crear.
¿Un animismo violento?
En algún momento en el futuro planeo escribir más sobre cómo el animismo ha sido inventado y recibido entre los académicos occidentales y cómo el reciente 'giro ontológico' en la academia y el arte ha producido una especie de 'animismo benévolo', preocupado por la ecología, las relaciones de mutualismo igualitario y amistad entre seres diferentes. Mi propia investigación sobre el animismo amerindio, trabajando con estudiosos del chamanismo amazónico, ha revelado una visión mucho más violenta y empapada de sangre de las relaciones animistas. Estas son a veces ideas jerárquicas y eco de redes tróficas y pirámides, pero en el plano metafísico. Como hemos visto, la metafísica azteca es más panteísta que estrictamente animista, pero claramente se acepta que el mundo material está impregnado de poder y energía espiritual y no meramente inerte. La violencia que surge de la mentalidad azteca podría verse como lo opuesto a muchos principios metafísicos occidentales. Los seres humanos bajo la cosmovisión nahua son un lugar para formas de cambio de movimiento: tanto tonalli como teyolia son formas específicas en las que el cuerpo humano manifiesta formas de teotl. Los seres humanos pueden "ascender" en cierto sentido volviéndose más poderosos, más vitales, más abundantes en energía al participar en las actividades que promueven la vida, siendo el sexo y la guerra las principales entre ellas. La guerra permite a los guerreros competir y luchar, y capturar enemigos les da energía personal y prestigio, pero también ayuda al estado azteca en su conjunto al proporcionar poder de sacrificio al sol y a las deidades que cambian de forma. La falta de una dimensión moral en el mundo metafísico significa que los humanos, si bien son una manifestación preciada de la vida, también son recipientes para las energías cíclicas e inquietas del cosmos. El cambio, la lucha, el movimiento y el fluir son primordiales, razón por la cual los eruditos a menudo describen la mentalidad azteca como ansiosa y preocupada por ciclos y épocas, comienzos y finales. Las realidades religiosas y políticas fundamentales del mundo azteca son claramente mucho más complejas y, a menudo, más pragmáticas que sus convicciones filosóficas, pero su concepción del Bien se basa en su preocupación por el cambio, la gestión de ese cambio y, en última instancia, el equilibrio de las diferentes fuerzas cósmicas para lograrlo. prosperar en un mundo inestable. Esto está lejos de ser un “simple salvajismo”, o matar por instintos básicos de placer o venganza (aunque estos nunca pueden descartarse en ninguna evaluación del comportamiento humano). Los aztecas y el mundo nahua en general se esforzaron por encontrar el equilibrio y la estabilidad a través de una evaluación cuidadosa de las fuerzas del mundo, que nunca los dejaba solos. Sabían que su mundo finalmente terminaría en una catástrofe, la terminación violenta del Quinto Sol. Su suerte era la guerra, tanto física como metafísica, ya que esta lucha divina era el único medio de evitar este desastre. La vida comienza y termina, todo es conflicto y lucha, la batalla entre elementos opuestos es eterna. Para cerrar, Justino Fernández escribió sobre la diosa madre azteca Cōātlīcue:
“En resumen, Coatlicue es la encarnación del poder cósmico-dinámico que otorga la vida y que se nutre de la muerte en la lucha de los opuestos, una lucha tan obligatoria y esencial, que su sentido fundamental y final es la guerra.”
Bibliografía
Eva Hunt, La Transformación del Colibrí: Raíces Culturales de un Poema Zinacanteca. 1977
James Maffie, Filosofía Azteca: Entendiendo un Mundo en Movimiento 2013
Burr Brundage, The Fifth Sun: Aztec Gods, Aztec World. 1979
David Carrasco in Religiones de Mesoamérica 2014
Miguel Leon-Portilla, Pensamiento y Cultura Azteca: Un Estudio de la Mente Náhuatl Antigua. 1963
Camilla Townsend, Quinto Sol: Una Nueva Historia de los Aztecas. 2019
Congratulations, and wisely done - the English version was one of your very best articles.
Tremendous work.